Gabriel Cocha: "Jugar en Gimnasia era otra cosa, otro sentimiento, otra sensación"
- Alex Mercado
- 23 jun 2020
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 24 jun 2020
En más de una ocasión el Estadio Socio Fundadores coreo su nombre tan fuerte como el viento de la ciudad que lo vio nacer, Comodoro Rivadavia. Gabriel El Negro Cocha recuerda cómo fue su paso de juvenil a profesional, de promesa a ídolo.

Gabriel El Negro Cocha es un ex basquetbolista, nacido el 8 de enero de 1971 en Comodoro Rivadavia. Se involucró con el deporte a sus 7 años, debutando profesionalmente en el Club Deportivo San Andrés (Buenos Aires) en 1988. En sus vitrinas se destacan la obtención del Oro en los Juegos Panamericanos de 1995, y el Campeonato de la Liga Nacional de Básquet 2005/2006 en el cual además fue el MVP de las Finales. Su retiro del deporte llegó en el 2010.
¿Cómo te relacionaste al mundo del básquet?
En los '70, en Comodoro, había un solo canal de tv. Una tarde cuando llegue del colegio estaba comiendo pan y manteca con café con leche, que me preparaba mi abuela, y en ese canal (que recién empezaba a ser de color porque se había jugado el mundial del '78) aparece un hombre de color, el cual me sorprendió porque yo nunca había visto una persona así. Era un señor de Costa Rica, el cual estaba promocionando una escuela de básquet en la Federación Deportiva. Entonces mi abuela me vio la cara de entusiasmo y me pregunto: “¿Querés ir?”, y yo le dije que sí. Pero yo no sabía lo que era el básquet, nunca había jugado, probablemente lo debo haber visto alguna vez, pero no le había prestado atención. Yo quería ir a la escuela de básquet solamente para ver a esa persona en vivo y en directo. El resultado fue que cuando mi abuelo me llevó, y toque una pelota de básquet por primera vez en mi vida, fue amor a primera vista, amor a primer toque. Yo creo que desde ese día nunca más deje de jugar al básquet, porque me causo tal enamoramiento, que nunca más lo pude dejar. Así empezó mi relación con el básquet, un poco de casualidad, un poco fortuita, pero con mucha pasión por el juego desde el primer día
Tu debut profesional llegó en el '88, en el Club Deportivo San Andrés ¿Cómo llegaste a Buenos Aires? ¿Qué significó debutar profesionalmente?
Cuando yo estaba en las inferiores de la fede no existía otra cosa que el torneo local en primera, en la cual debute a los 14 años. Ahí me fui afianzando, agarrando un poco más de minutos a medida que pasaban los años. A los 16 participe del “Operativo Altura”, en Buenos Aires, en el cual tenés que tener una determinada edad y altura. A mí me faltaba 1 centímetro para medir 1.90 metros, que era la altura que necesitaba, y fui igual. En la parte técnica del operativo estaba Edgardo Vecchio, quien fue el entrenador de la selección nacional de U17 (Cadetes). Volví a Comodoro y a los 4 meses me llegó una citación para la selección nacional de cadetes, allí jugué el sudamericano y me eligieron el mejor jugador. Cuando volví a Comodoro, teniendo en cuenta que solo se jugaba el torneo local, era inminente que me iban a llamar de todos lados, y así fue. Termine yendo a San Andrés, que era un club Top de ese momento, fue un paso gigante. De hacer todos los días el camino de mi casa a la fede, y de la fede a mi casa, pase a Buenos Aires, a un espacio distinto, inmenso, con gente que no conocía, solo. Lo que yo siempre sentí por el juego me hizo de alguna manera olvidarme de todo eso que yo extrañaba. El querer jugar, el querer progresar, el querer llegar a los primeros planos, y aprender de a poquito a ser profesional en ese lugar, me llevó a desarrollarme en la carrera.
Jugaste un par de temporadas en San Andrés, y después volviste a Comodoro Rivadavia, a ser parte de Gimnasia y Esgrima ¿Cómo viviste el regreso a la ciudad? ¿Qué significa Gimnasia para vos, club donde sos ídolo, al punto de que tu número de camiseta (8) fue retirado y hoy en día está colgado en lo más alto del Estadio Socio Fundadores?
En San Andrés jugué 4 temporadas, y después volví a Comodoro un año. Con muchas expectativas, porque volvía a mi ciudad. Tenía una responsabilidad demasiado grande, la de llevar la base de la titularidad de un lugar muy fuerte para mí. Hoy me doy cuenta de que no estaba preparado para eso, pero esas cosas también sirven experiencia. No jugué mal, pero no hice lo que yo pensaba que podría haber hecho. Fue un año de transición, de dejar el juvenil que todavía tenía adentro y pasar a transformarme del todo en un jugador mayor, empezar a tener otro tipo de responsabilidades. Después me fui, años más tarde volví y estuve 4 años, me fui de nuevo y volví por 4 más, fueron 9 en total. Para mi Gimnasia es bastante especial. Uno como profesional va, juega y da lo mejor de sí. Personalmente me encariñé mucho con los lugares en donde estuve. Pero jugar en Gimnasia era otra cosa, era otro sentimiento, otra sensación. Jugar y saber que estaba mi vieja mirándome, como cuando tenía 12 años, y ver a mis amigos, mi familia, estar en el lugar en donde nací, tiene todo mucho que ver, y se juega de otra manera, otro impulso. Tiene que ver pura y exclusivamente con el sentido de pertenencia. Yo me sentía parte de la representación de Comodoro a nivel nacional, y se jugaba con una sensación especial y distinta a cualquier otro lugar. Gimnasia ha formado gran parte de mi carrera profesional.
Tuviste un paso por la selección nacional ¿Qué sentiste al representar al país, y salir campeón cómo en los Juegos Panamericanos de 1995?
Cuando tuve la posibilidad de estar en la selección pensaba que cuando uno sale a jugar afuera del país está solo con sus compañeros, un grupo de 15 o 20 personas, que van y que intentan hacer lo mejor que pueden. Muchas veces ganas, muchas veces perdés, y todo tiene un sentimiento especial. Yo pensaba que jugando de local no iba a ser lo mismo, porque tenés más compañía, pero la verdad es que la responsabilidad termina hasta triplicándose. Jugar los Panamericanos del '95 fue algo extraordinario, no era ni más ni menos que participar de unos Panamericanos en Argentina. Jugar a cancha llena es algo indescriptible, algo espectacular, realmente se te movía el piso. Así como eso, también tengo muy presente la Copa América Sub-22 que se jugó en Rosario. Todas las noches jugar con 10 mil personas no es algo que vivís todos los días. Fueron torneos muy significativos porque era representar al país jugando de local. Jugar en la selección es otra cosa, es verdaderamente distinto. Te tiene que pasar para poder sentirlo, y una vez que lo sentís es muy difícil de explicar.
Después de 23 años de carrera llegó tu retiro, en 2010, y aunque seguís conectado al deporte de la mano de tu hijo (Tomas Cocha - Atenas de Patagones), te sumaste como comentarista de basquet en DeporTV, ¿Como viviste el basquet cumpliendo el rol de comunicador?
Fue una grata experiencia, teniendo en cuenta que nunca me había imaginado que podía trabajar en la tv. Anteriormente ya había hecho algunas cosas en la tv de Comodoro, y también en radio. La verdad es que al principio no estaba demasiado seguro, porque no sabía lo que iba a provocar en mí, pero si uno no prueba las cosas nunca lo vas a saber. Lo que si me impulso a poder seguir adelante con el proyecto era el hecho de pertenecer a un grupo de trabajo, a un equipo, algo que verdaderamente extrañaba, y extraño mucho. Descubrí un mundo distinto, que no me lo imaginaba. Uno siempre tiene la fantasía de que los que aparecen en tv, lo hacen con una cámara, un camarógrafo y nada más. Y la verdad es que para una transmisión en vivo hay un montón de gente involucrada. Representar a un grupo de trabajo así me llenó de satisfacción. Y después, todo lo que tiene que ver puntualmente con el deporte, aprender a manejar tiempos y poder expresar lo que yo veo cada vez que hay un partido. Soy consciente de que no soy periodista, lo tengo totalmente claro, pero si estoy netamente concentrado en hablar pura y exclusivamente del juego y no meterme en otras cuestiones que no tengo claras. Me gusta auto denominarme un analista del juego, ni periodista ni comentarista, y entonces intento pulir básicamente un poder de resumen que la tv te exige todo el tiempo. Así como el inicio del básquet, esto surgió sin quererlo, sin pensarlo, y terminó siendo algo muy positivo, muy divertido, y una fuente de trabajo para mí.
Comentários